Odontología e higiene dental en niños
La salud dental es vital para la salud general y nuestro aspecto en la niñez y a lo largo de nuestras vidas. La odontología preventiva es tan buena en la actualidad que los niños podrán mantener esos dientes blancos y brillantes toda la vida. Y ahora, sabemos tanto sobre cómo evitar que los niños sientan miedo y dolor en el dentista que no hay motivo para preocuparse, llegado el momento de hacer el control dos veces al año. Estas son algunas de las cosas que podés hacer para asegurarte de que tu hijo reciba la atención adecuada y desarrolle una actitud que garantice que su sonrisa brille de por vida.
Elegí un dentista pediátrico. Existen dentistas pediátricos que tienen formación adicional e interés especial en los problemas dentales de los niños. Si no hay uno en tu barrio, buscá un dentista cuya sala de espera, actitud del personal y acercamiento con los niños te indique que será una experiencia positiva. Tu pediatra puede ofrecerte alguna recomendación.
Hacé una visita antes. Llevá al niño antes de la cita para que conozca el lugar.
Analizá cómo te sentís con el dentista. Muchos padres tienen recuerdos de malas experiencias en el dentista y pueden transmitir mensajes negativos sobre el dentista sin decir nada. El padre que tenga la actitud más positiva sobre la visita al dentista es quien debe acompañar al niño.
Respetá los dientes de leche. Aunque tu hijo perderá sus primeros dientes, el cuidado adecuado, incluidos el recubrimiento y la extracción de dientes muertos, ayuda a garantizar que los dientes inferiores y la mandíbula crecerán bien y permanecerán saludables. Preparate para escuchar sugerencias con respecto al cuidado que no existían siquiera cuando vos eras pequeña. Consultá sobre enjuagues con flúor.
Estas son algunas cosas que podés hacer en casa entre las visitas al dentista para no perder su sonrisa brillante:
Enseñá a los niños a cepillarse los dientes dos veces al día. Los mejores momentos son después del desayuno y antes de acostarse. Supervisá al menos el cepillado de la noche en niños menores de 7 años; supervisá ambos en niños menores de 4 años.
Usá un cepillo de cerdas suaves. Los cepillos duros raspan las encías y pueden fomentar la acumulación de bacterias. Cambiá el cepillo cada tres a seis meses o antes si se desgasta.
Colocá un cronómetro en el baño. Programalo entre dos y tres minutos. Es el tiempo que se necesita para que los dientes queden realmente limpios.
Controlá el fluoruro. Comunicate con tu médico y consultá sobre el uso de suplementos de fluoruro. El tipo y la cantidad dependerán del contenido de fluoruro que tenga el agua del lugar donde vivís. No supongas que no lo necesita si tu hijo bebe agua embotellada con flúor, ya que puede no ser suficiente.
Evitá los alimentos pegajosos. Algunos tipos de caramelos y golosinas son, en su mayoría, de azúcar y se pegan durante todo el día en la superficie de los dientes con los que masticamos.
Con un buen cuidado dental en el hogar y en el consultorio dental, y con la cantidad adecuada de flúor, tu hijo llegará a la adultez con una sonrisa blanca y brillante.
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